Miguel Angel Rojas. Esencial

Miguel Ángel Rojas esencial es un libro que en trece capítulos de entrevistas con el artista, revela las obras de arte que le interesan, sus recuerdos de infancia, su casa, su paso por la ciudad y por las salas de cine, la experimentación con la fotografía, con la materia y con la pintura. Editado por Planeta y Paralelo 10 en Bogotá en el 2010.

En julio del 2000 entré al taller de Miguel Ángel Rojas en Bogotá con el fin de entrevistarlo. Fui a su taller una vez por semana durante dos años seguidos, y las preguntas se convirtieron en conversaciones informales, observaciones de sus procesos y visitas en silencio. Al transcribir esa inmensa entrevista me di cuenta que frente a la cantidad de información que recogí, la empresa que me había propuesto –una entrevista biográfica al estilo de las de Matthieu Galey– estaba por encima de mis posibilidades. De ese material escribí un primer artículo titulado “Miguel Ángel Rojas: rastrear el origen de una mirada indeleble”, publicado en Arte en Colombia en el 2003.

Cuando entré por primera vez a su taller aún no se había escrito un libro sobre Miguel Ángel Rojas que reuniera todo su trabajo y ese vacío imperdonable era una motivación adicional para emprender una empresa tan heroica, tan sintomáticamente alejada de mis escritos sobre arte, que generalmente evaden la escritura de un libro de historia. Este libro insiste en esa evasión y constituye entonces una investigación para acercarse a los modos de hacer arte.

Sin embargo y para llenar ese injusto vacío de información, en el 2005 Santiago Rueda publicó el libro Hiper/Ultra/Neo/Post. Miguel Ángel Rojas 30 años de arte enColombia, en el cual la obra del artista se conecta con el arte colombiano y latinoamericano y con un contexto político muy bien dibujado. Un libro completo, suelto, el homenaje de un ensayista a todo lo que la obra de Miguel Ángel Rojas pudo enseñarle como alumno y como crítico de la violencia y de los exterminios que son una constante en el país. En el 2007 José Ignacio Roca realizó Objetivo subjetivo, una amplia exposición en la Biblioteca Luís Ángel Arango de Bogotá. Como curador, Roca escogió de manera precisa las obras clave de algunas de sus épocas y se propuso traer el trabajo de Miguel Ángel Rojas al presente, dándole una gran importancia a sus últimas y significativas obras con hojas de coca. José Ignacio Roca fue además, el editor de un catálogo que recogió una entrevista realizada por él mismo con el artista al lado de los artículos más significativos escritos sobre Miguel Ángel Rojas hasta ese momento. Debo decir que el trabajo del crítico tanto como el del curador no hicieron cosa distinta que paralizarme aún más, aunque también me proporcionaron una información muy útil para reemprender el trabajo con nuevas visitas al taller provista de nuevas preguntas, para finalmente terminarlo.

Desde el principio pensé este libro como un Esencial. Esto quiere decir ante todo que no quería interpretar las obras. Me propuse desplegar los modos de hacer del artista –tan inventivos– porque como espectadora de sus obras siempre me enfrenté a procesos conocidos pero a la vez a otros nunca vistos; unas invenciones técnicas que parecían responder a la búsqueda de una manera personal de contar sus secretos, pero también de desenterrar las injusticias históricas del país. A veces creo que con las preguntas logré eludir la interpretación. Pero se me planteó un problema adicional: al convertir la entrevista en un libro –que es un proceso muy diferente porque la conversación de pronto se transforma en una visita imaginaria de lectores posibles–, algunas de las preguntas se convirtieron en comentarios un poco largos que buscan contextualizar y a veces interpretar algunas de las obras. En ese sentido, tal vez la pregunta de la que estoy más orgullosa es: Maestro, cuénteme: ¿cómo lo hizo?

Hace poco leí unas ideas muy iluminadoras sobre el proceso que observé en el taller de Miguel Ángel Rojas durante estos años. Jacques Derrida, precisamente insistiendo en la pregunta sobre la hospitalidad, que finalmente se convierte en una pregunta por las diferencias “que encuentro en mí”, habla la de la razón y su enfrentamiento con un inquilino inesperado e incómodo que es la obsesión. Nos presenta al pensamiento cuando se deja dominar por la obsesión y entonces es la obsesión, ese inquilino desesperante, la que se vuelve creadora del pensamiento e inaugura en la materia una respuesta desconocida.

Esencial corresponde también al interés de transcribir y redactar un relato oral para rescatar la voz del artista. A veces siento que los profesores de arte anteponemos la teoría y los significados para hablar sobre un trabajo en particular, y el resultado son comentarios confusos en los que se pierden las cosas, los materiales, las rayas, los puntitos, los sonidos, los gestos y los silencios, en fin, lo que realmente sucede al hacer arte, que es la zona en donde se mueve mi curiosidad. Por el contrario, siempre me sorprendió la precisión y la atención a los detalles en la manera de hablar de Miguel Ángel Rojas sobre obras concretas y sobre los experimentos de los estudiantes, tal vez porque sabe que el arte surge de la lucha con sus propios demonios, que son los mismos de muchos colombianos, y que sólo gracias a una imagen reinventada una y mil veces y a la experimentación feroz con la materia puede por momentos aliviar. Por esa lucha le estoy inmensamente agradecida.

Este libro fue posible por una beca de investigación que me otorgó la Universidad Nacional de Colombia. Debo agradecer también a tantos curadores y críticos colombianos que se han ocupado de la obra de Miguel Ángel Rojas, en cuyos escritos me basé para escribir este texto: A Eduardo Serrano cuyas curadurías y artículos me permitieron conocer a este artista. A Germán Rubiano por sus clases de arte colombiano, a Miguel González por su temprano artículo: “Miguel Ángel Rojas, la realidad como reflexión”, escrito en 1983. A Álvaro Barrios, Alonso Garcés, José Hernán Aguilar, José Ignacio Roca, Santiago Rueda, Raúl Cristancho, María Iovino, Carolina Ponce de León, Víctor Manuel Rodríguez, Lucas Ospina, Ivonne Pini, Jaime Cerón, Carmela Jaramillo y María Sol Barón. A Rodrigo Orrantia, por sus fotografía, Javier Gamboa y Ricardo Rodríguez por la revisión del texto. Agradezco especialmente a Catalina López, una generosa y asertiva lectora.

Natalia Gutiérrez
Bogotá, 8 de agosto de 2009.

Rodrigo Facundo. La memoria tiene lugar


Este libro revela los orígenes y vínculos del arte y los contextos sociales e ideológicos de los años ochenta y noventa en Colombia, a través de la obra plástica de Rodrigo Facundo. Una entrevista al artista, un artículo ambos escritos por Natalia Gutiérrez y gran parte de su obra impresa es la primera recopilación que se hace del trabajo de este artista nacido en Ibagué Colombia en 1956 .

Ediciones La silueta, Ministerio de Cultura, Bogotá 2010